domingo, 1 de febrero de 2009

¿Qué es el fútbol?

El fútbol o futbol (del inglés football), también llamado balompié, es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de 11 jugadores cada uno y un árbitro que se ocupa de que las normas se cumplan correctamente. Es ampliamente considerado como el deporte más popular del mundo, con unos 270 millones de personas involucradas. Se juega en un campo rectangular de césped, con una meta o portería a cada lado del campo. El objetivo del juego es desplazar una pelota a través del campo para intentar ubicarla dentro de la meta contraria, esa acción es llamada gol. El equipo que marque más goles al cabo del partido es el que resulta ganador.

¿Por qué el fútbol y no otro deporte?

Es un asunto en el que he pensado con cierta frecuencia, y ahora, con esta alegría tan descomunal que acaba de darnos a todos la selección de basket, me martillea la cabeza con frecuencia. ¿Por qué es el fútbol, si no el deporte rey (prefiero esta bonita denominación para el atletismo) el más popular a nivel planetario, hasta el punto de ser reconocido como el fenómeno social por antonomasia de nuestro tiempo? ¿Por qué lleva en las preferencias de la mayor parte de los aficionados esa ventaja tan sideral al resto de manifestaciones deportivas, y en particular al baloncesto, su máximo perseguidor? Voy a intentar sintetizar en estas pocas líneas las que a mí me parecen mayores razones para tamaño desequilibrio.
El primer argumento proviene de la sencillez de su práctica: basta conseguir un grupo de gente dispuesta a jugar, y algo que haga las veces de balón: yo he visto jugar a fútbol con botellas vacías, con latas de coca-cola, con trapos engurruñados, con pelotas de tenis… Para hacer las porterías, nada más sencillo que poner cuatro piedras o similares en el suelo. Se sortean los equipos, ¡¡¡y a jugar!!! No hace falta una canasta como en baloncesto, ni una red como en volley, y la propia naturaleza del balonmano, por ejemplo, hace indispensable las dos dimensiones de la portería y plantea graves restricciones sobre la forma y las características de la bola.
Abundando en lo anterior, las reglas del fútbol son realmente sencillas, y a diferencia de muchos otros deportes, se han mantenido prácticamente invariables en lo fundamental con el paso de los años. Ninguna innovación del calibre de, por ejemplo, el lanzamiento triple en baloncesto, ha sido introducida en mucho tiempo, y esto facilita la comprensión y el desarrollo del partido. Incluso la regla más difícil y, a la vez, más científica del fútbol, el fuera de juego, tiene su origen en hechos realmente simples, casi de perogrullo: la necesidad de evitar aglomeraciones en el área que sólo conducen al barullo y también la deshonestidad y caradura del típico “ratonero” que no baja a ayudar a sus compañeros y se queda a esperar junto al portero un rebote o pase largo que le habilite para lograr un gol con el mínimo esfuerzo. Por otro lado, el hecho de que se dispute en tiempo real añade un componente importante de cercanía; en baloncesto, por ejemplo, la acumulación de tiempos muertos puede desconectar a un espectador del partido, especialmente si es televisado, Excepto en Norteamérica, claro donde se asumen los parones con curiosa naturalidad.
Una razón de índole completamente diferente, que también ha apuntado
Dadan cuando hablábamos de esto, es que casi cualquier cualidad fisica o técnica, explotada adecuadamente, puede conducir al éxito (en mayor o menor grado) en este deporte: se puede vivir casi exclusivamente del golpeo con la derecha, como Beckham; del regate, como Onésimo o el Burrito Ortega; de la velocidad, como Roberto Carlos; de la capacidad de utilizar adecuadamente un cuerpo inmenso, como Jancker o Quinn, o el bajo centro de gravedad, como Munitis… Y como contrapartida, se puede ser muy bueno en fútbol con lastres que incapacitarían casi para cualquier otra actividad deportiva: Salinas era un manual de problemas de coordinación, Zidane fue lentitud pura, la cintura de Koeman era de plomo, Garrincha fue zambo, Uwe Seeler tenía un pie más grande que otro… y todos se sobrepusieron aprovechando al máximo para triunfar las cualidades que sí tenían. Así, el fútbol está abierto casi a cualquiera, no debes ser un atleta como en voleibol, ni ser alto o con coordinación espectacular como en basket, ni un armario como en balonmano. Basta que lo que sepas hacer, consigas hacerlo realmente bien.
Para terminar, tengo que hablar de lo que me parece la razón suprema, lo que hace al fútbol lo más grande: el GOL. Ese elemento extraño que posee un carácter precioso que no tiene el “tanto” en ningún otro deporte. Es un descomunal generador de tensión cuando hay pocos o el partido está igualado, y el hecho de ver muchos en el mismo partido convierte automáticamente a éste en un evento prácticamente inolvidable. Es su escasez lo que los hace tan preciosos, sin contar el hecho de que pocas cosas hay tan míticas como ser testigo directo de un gran gol, o que este se consiga en un partido importante. Por otro lado, los goles resumen los partidos de manera tajante, lo cual desde el punto de vista mediático es primordial. Así, en este caso, el lugar común es bien cierto, los goles son la salsa del fútbol. Nada que ver con las decenas de canastas en un partido de basket, o los puntos del volley o los goles del balonmano. Un gol es un tesoro

Messi vs Cristiano Ronaldo


Son jóvenes, con talento y piezas clave en el engranaje de sus respectivos equipos. Es por ello por lo que tanto Messi como Cristiano Ronaldo están llamados a marcar las diferencias en las semifinales de la presente edición de la Liga de Campeones.
El primero de ellos es el clavo ardiendo al que se agarra el Barcelona para salvar en Champions su patética campaña en Liga y el segundo el que tirará del Manchester para seguir acumulando números de aúpa. El extremo portugués lleva 28 goles en 31 partidos de Premier y 7 en 8 de Champions (y porque en el partido de vuelta de los cuartos de final que enfrentó a
los ingleses con la Roma no jugó), es decir, unas marcas de récord a sus 23 años, tres más de los que tiene Messi.
El argentino, por su parte, si no ha podido acercarse a las cifras alcanzadas por el portugués no es más que por la lesión que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego, que ha impedido que haya podido ayudar al
cuando más le necesitaba, algo que lleva haciendo desde que debutara en partido oficial aquel 16 de octubre de 2004 en un partido liguero frente al Espanyol.
Messi se convirtió a los 17 años en un referente para los azulgranas y con sus increíbles actuaciones (goles a lo Maradona incluídos) se fue metiendo al mundo entero en el bolsillo acumulando trofeos que reconocían su increíble calidad como el Golden Boy que se adjudicó en 2005 superando en las votaciones a su rival en este
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Sus éxitos, no obstante, han ido acompañados de lesiones como la que sufrió en los octavos de final de la Liga de Campeones de 2006 y que le impidió sentir como suya la Copa de Europa que, aquella temporada, acabó alzando el Barcelona. Esta situación es la que ha provocado que
haya revelado que tiene "una espina clavada con la Champions", espina que se podrá quitar, este año, si Cristiano Ronaldo se lo permite.
El extremo portugués empezó su andadura como profesional en el Sporting de Lisboa, equipo en el que militó hasta 2003, momento en que sir Alex Ferguson se encaprichó de él tras un amistoso que enfrentó al equipo lisboeta con el Manchester United y en el que
dio muestras de su increíble calidad.
Por unos 18 millones de euros, el jugador se incorporó a las filas de los diablos rojos el mismo año que David Beckham tomó rumbo al
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Convertirle en el relevo de Becks era el principal objetivo de Ferguson, algo que el escocés logró con creces permitiendo la explosión de un jugador que el año pasado rompió moldes y que, esta temporada, está batiendo
como el de arrebatar a George Best la vitola del máximo goleador del Manchester United en una campaña.
La combinación de efectividad y jogo bonito hacen de Cristiano Ronaldo un jugador especial y un fuera de serie, como Messi. Elegir a uno u otro no es nada fácil, motivo por el que dejo la elección a vuestro criterio.